viernes, 16 de diciembre de 2011

LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI: EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS

El modelo político impuesto por los Austrias desde la llegada de Carlos I en 1517 abarcaba dos ámbitos principalmente:

  • Las instituciones: las Coronas de Castilla, Navarra y Aragón siguieron el modelo heredado de los Reyes Católicos y mantuvieron con escasas modificaciones sus instituciones, Cortes y privilegios. Frente a un Carlos I viajero, a partir del reinado de Felipe II, los reyes de la casa de austria se hicieron sedentarios y se rodearon de una Administración profesionalizada y amplia. Esta Administración, que encarnaba la omnipresencia del Rey, se superponía a las instituciones de cada reino y entraba en conflicto con ellas, aunque nunca llegó a reemplazarlas. Los Austrias potenciaron las instituciones heredadas de los Reyes Católicos haciéndolas más lentas y complejas. La burocracia se incrementó en especial con Felipe II el cual supervisaba todo personalmente. Además se consolidó el sistema de gobierno por consejos. Un consejo de Estado tenía jurisdicción sobre todos los reinos y seguían existiendo consejos como el de la Inquisición y el de las órdenes militares. Carlos I creó el de Hacienda para recaudar dinero con el fin de financiar las guerras en el exterior. También hay que destacar el aumento del poder de los secretarios del rey, convirtiéndose estos en secretarios de Estado. En los años 80 del siglo XVI, Felipe II creó las juntas (instituciones para coordinar tareas de gobierno). Finalmente, en el ámbito de las instituciones, decimos que se mantuvo la delegación del poder en virreyes y gobernadores en aquellos lugares donde el Rey iba a estar ausente durando un largo tiempo.
  • En el ámbito de la financiación, constatamos que los Austrias dispusieron de unos ingresos que crecieron notablemente pero que no cubrían los ingentes gastos militares. Estos ingresos procedían de los impuestos que pagaba Castilla (alcabala) y los impuestos provenientes de las colonias. A nivel social, los nobles no pagaban impuestos, mientras que la Iglesia si tributaba parte del diezmo y posteriormente Felipe II les impondrá el subsidio y el excusado. Tras el desastre de la Gran Armada en 1590, se instituyó el impuesto indirecto de millones, el cual se aplicó sobre los alimentos esenciales afectando a las clases pobres castellanas. También se ingresaba dinero con el derecho de aduanas y con la venta de cargos públicos. No obstante, los gastos seguían siendo superiores a los ingresos y la bancarrota estuvo a la orden del día durante el reinado de los Austrias, por lo que los monarcas tuvieron que recurrir a prestamistas alemanes, genoveses y flamencos.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE SEGOVIA EN LA EDAD MODERNA
Hasta el siglo XVI, la evolución de Segovia fue ascendente (por ejemplo, en 1594 tenía 27.000 habitantes). Durante el siglo XVI, Segovia llegó a su límite demográfico hasta llegar a ser la tercera ciudad de Castilla, tras Valladolid y Salamanca. Este aumento demográfico va unido al crecimiento agrario y al desarrollo de la industria textil.
Después, como casi todas las ciudades castellanas, entró en decadencia, de forma que apenas un siglo después, en 1694, sólo contaba con 8000 habitantes. El siglo XVII supone en Segovia un retroceso económico y demográfico. La crisis se inicia en 1598 con la peste y se agudiza con la caída de la industria pañera.
La Edad Moderna en España se caracteriza por:

  • Una alta natalidad (aproximadamente 40 por mil)
  • Tasas elevadas de nupcialidad (11-15 por mil)
  • Emigración a América (fundamentalmente de hombres)
  • Mortalidad elevada (35 por mil), así como una alta mortalidad infantil. Las causas de esta mortalidad tan elevada son las deficiencias alimenticias e higiénicas, además de la mortalidad catastrófica (hambre, epidemias y guerras)
  • Un importante proceso de urbanización

En general, el siglo XVII fue un siglo de crisis demográfica debido, además de las antes mencionadas causas, al empeoramiento del clima, peores cosechas, el proceso de ruralización, etc.

Jesús Garrido Redondo

jueves, 24 de noviembre de 2011

¿QUÉ ES UN INTENDENTE?
El Intendente era un funcionario real, dependiente del rey, ejecutor de la política oficial.
Esta figura posee un sentido centralizador y absoluto, propia de las reformas de la administración introducidas por los Borbones.
Se estableció para afrontar la situación económica que experimentaba el imperio español a inicios del siglo XVIII.
 El rey Felipe V solicitó asesoría a Francia,  a Juan Bautista Orry, quien le encomendó la aplicación del régimen de intendencias en España.
Destinados en un primer momento a la administración financiera del ejército, debido a que el país se encontraba en el contexto de la Guerra de Sucesión Española.
Los primeros intendentes se remontan a 1711 y siguió cuatro etapas bien diferenciadas:
1º ETAPA: Por los años de la Guerra de Sucesión española, para la sujeción de los territorios conquistados,  Felipe V nombró varios Superintendentes generales de los ejércitos, que iba sometiendo a su autoridad tras la ocupación militar, se les otorgó zonas territoriales, denominadas intendencias.
Los Superintendentes se encargaban de la administración del ejército, de la organización de la Hacienda y de los gastos públicos de las provincias.
Don Pablo de Olavide, fue Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y reformador de la Universidad de Sevilla.

2º ETAPA: Al acabar la guerra, se establece por Real Decreto, (a finales de 1718) la "Ordenanza de Intendentes de ejército y provincia“. En la que los Intendentes de Provincia y Ejército tienen carácter permanente, que en ocasiones actuaron sólo en el ámbito civil como intendente de provincia. Comienzan a funcionar en Cataluña.
Más tarde, se les fueron añadiendo facultades en el ámbito económico y a veces tenían el cargo de corregidor en la capital de su provincia (intendente corregidor).
3º ETAPA: En 1724 desapareció la función de intendente de ejército, en las provincias sin tropa, quedando limitados a los que dependían de cada capitanía general, a excepción de Navarra.
4º ETAPA: En 1749, el rey Fernando VI reordenó el sistema con una intendencia por provincia, junto con el corregimiento de la capital.
Que por Decreto de octubre de 1749, a iniciativa del marqués de la Ensenada, se establecieron nuevamente los Intendentes de provincias. Reconocía la postración en que se hallaban muchos lugares por causa de las guerras continuas y los perjuicios que esta situación había causado a la Hacienda Real.
Cada intendente sería respaldado por un teniente letrado o alcalde mayor subordinados, para el ejercicio de las funciones judiciales.
El número y extensión de las provincias no fue estable, y se subdividieron en partidos.
La extensión de cada intendencia variaba asimismo según regiones:
- En la Corona de Aragón, se formó una Intendencia por cada uno de los antiguos reinos.
- En Castilla, se adoptó el principio de establecer una intendencia por cada capital de una capitanía general o por cada Corregimiento de una ciudad.
De ahí las múltiples variantes y la distinta importancia de cada Intendencia.
FUNCIONES DE LOS INTENDENTES
- Su misión fundamental era centralizar la administración, entre Madrid y las capitales de provincia.
- Administraba el ejército en su provincia, con autoridad propia para dar órdenes de carácter local.
- Tenía como misión la recaudación de tributos y la dinamización económica, a través del control de las autoridades locales, el cuidado de las Reales Fábricas.
- Impulsó del desarrollo de la agricultura y la ganadería.
- También realizaba mapas y censos, se hacía cargo del mantenimiento del urbanismo, etc. 
                                                                                                                                      Inmaculada Ayuso

domingo, 13 de noviembre de 2011

LA PENINSULA IBERICA EN LA EDAD MEDIA-AL ANDALUS

Bueno, esto que voy a escribir lo escribo por afición, ya que me gusta mucho el tema del Islám en España:
A partir del 711 d.C. ciframos el sometimiento de la Hispania visigoda por parte del Islam, religión fundada por Mahoma un siglos antes que pronto logrará expandirse por Oriente Próximo, el Mediterráneo Oriental y el norte de África. Su paso a la Península se produjo precisamente desde África a través del Estrecho de Gibraltar. Entre los musulmanes que llegaron a la Península encontramos a las élites dirigentes (árabes, sobre todo de la dinastía omeya) y al grueso del ejército, compuesto por bereberes. Los enfrentamientos étnicos entre árabes y bereberes fueron constantes, desencadenando incluso una guerra civil (739-741). No obstante, dicho conflictos no impidieron el desarrollo de una conquista organizada por el valí Musa, el cual supo aprovechar las disputas internas de los visigodos y someter a su rey Roderico. A continuación, los musulmanes se dirigieron a Toledo para controlar rápidamente la totalidad del Estado. Entre el 711 y el 715 se conquistan todos los puntos claves de la Península a través de la imposición militar o mediante pactos con la población local en los que se respetaba el autogobierno y las prácticas religiosas indígenas a cambio del pago de un tributo. El avance musulmán, por otra parte, fue detenido en Poitiers en el 732 por los francos de Carlos Martel.
Entendiendo por Al-Andalus el territorio peninsular sometido por los musulmanes desde el 711 hasta 1492, podemos hablar de tres etapas de gobierno:

  • La época de los valíes (711-756): Dependientes del califato de Damasco dirigido por los Omeyas, familia árabe que en el 750 es asesinada a manos de los Abasidas, los cuales trasladan el califato islámico a Bagdad.
  • Emirato de Córdoba (756-929): Situamos a un superviviente omeya, Abderramán I, el cual en el 756 llega a la Península y se proclama en Córdoba emir independiente del califato abasida. Para consolidar su poder tuvo que combatir los ataques de los propios musulmanes y de los cristianos del norte. Abderramán I murió en el 78 estableciendo un sistema sucesorio en el que destacarán Hisham I, Al-Hakam I y Abderramán II. A partir del 879, la crisis del emirato era patente, desarrollándose revueltas locales en las que participan los muladíes (cristianos convertidos al Islám) y los mozárabes (cristianos que vivieron entre musulmanes). Frente a estos, los emires omeyas optaron por fortalecer su poder militar reclutando mercenarios eslavos.
  • Califato de Córdoba (929-1031): En esta situación de inestabilidad, el emir Abderramán III se proclamó califa de Córdoba en el 929. A nivel interno Abderramán III se propuso restaurar la unidad del Estado islámico mientras que en el ámbito exteriror afirmaba su independencia frente a los otros dos califatos: el abasida y el chiita. Para el 976 el califato omeya de Córdoba será controlado por un hayib, Almanzor, que da paso a la dinastía amirí hasta el 1009. Finalmente el califato toca a su fin en el año 1031, dividiéndose en multitud de reinos de taifas sobre los que tratarán de imponerse una serie de imperios norteafricanos (almorávides y almohades).

sábado, 5 de noviembre de 2011

Capítulo V: Final de la hegemonía Felipe IV (1621-1665)

El reinado de Felipe IV se caracteriza por la guerra y el conflicto generalizado para intentar mantener una supremacía que se sabía amenazada.
La guerra fue la principal característica del reinado de Felipe IV. Este buscaba elevar a la monarquía hasta sus máximas cotas de poder y prestigio. El resultado final fue el fin de la hegemonía en Europa, tras la derrota de la guerra de los 30 años.
El conde Duque de Olivares, válido de Felipe IV entre 1621-1643, intento desarrollar una política que se basaba en:
 La reputación: Restaurar el prestigio y recuperar el protagonismo en el exterior, tras los desvanes del Duque de Lerma.  Esta política generara una activa participación en los conflictos europeos.
 La reformación: Se llevaron a cabo proyectos como un aumento de la presión fiscal sobre los otros reinos; lograr la uniformidad política mediante la extensión de las leyes de Castilla al resto de territorios; y la llamada “Unión de Armas” con la creación de un ejército de 140.000 hombres repartidos por los territorios de Portugal, Castilla, Aragón, Flandes…
Felipe IV en la guerra de los 30 años
Felipe IV intervino en la Guerra de los 30 años (1618-1648) en contra de Dinamarca, Suecia y Provincias Unidas,  en defensa del catolicismo. Las victorias del bando católico comenzaron a preocupar a Francia, que temía una reforzamiento  de la monarquía hispánica; para evitarlo, Francia apoyo al bando protestante, dando un giro a la guerra.
La firma de la Paz de Westfalia (1648) tuvo para la monarquía hispánica dos consecuencias: el reconocimiento de la independencia definitiva para las Provincias Unidas y la pérdida de la hegemonía en Europa a favor de Francia.
España continúo la guerra contra Francia hasta las derrotas en Las Dunas (1639) y Rocro (1643) que llevo a la firma de la Paz de los Prineos en 1659 que supuso la pérdida de los territorios  como Rosellón, Cerdeña, Artosis… y  la mano de su hija con el rey francés Luis XIV.
El  Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV (1621-1643), desarrollo una política que género descontento social y oposición. Para fortalecer la monarquía Olivares puso en marcha un programa de reformas que pretendían reforzar la autoridad real y la colaboración equitativa de los distintos  reinos de la monarquía en el mantenimiento de la hegemonía. Pero estas medidas y su autoritarismo provocaron sublevaciones en Andalucía, Aragón y Nápoles, que fueron dominadas rápidamente. Más graves fueron las rebeliones independientes de Cataluña y Portugal en 1640.
Rebelión de Cataluña: la presencia en el frente catalán de los tercios reales con motivo de la guerra con Francia, provoco el enfrentamiento entre campesinos y soldados, extendiéndose a Barcelona, donde es asesinado el virrey. Este vacío fue utilizado por Pau Claris para encauzar el descontento popular y convertirlo en una revuelta anti-centralista, nombrando conde de Barcelona a Luis XIII (rey francés). Los factores de la crisis, la opresión francesa y la peste provoco su rendimiento.
Rebelión de Portugal: La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las potencias portuguesas en Asia, la presencia de castellanos en el gobierno del reino portugués, y los proyectos de Olivares, llevaron a proclamar rey a Braganza, que contó con el apoyo de Francia e Inglaterra. El resultado final fue el reconocimiento de la independencia de Portugal.

David Sánchez García

lunes, 31 de octubre de 2011

El papel de la ciudad en la Edad Media.

Las ciudades en la Edad Media comenzaron a tomar importancia con el auge del comercio internacional y los mercados a partir del siglo XI. Así renació la vida urbana. Muchas ciudades se formaron al pie de los muros de un castillo o a las orillas de los ríos, como se había echo siempre con el fin de facilitar el transporte de mercancías.
Las ciudades medievales, al igual que los castillos, estaban amuralladas. En cuánto a la disposición de éstas, en el centro de cada ciudad había una plaza en la que se celebraba el mercado semanal. A su costado se elevaban la iglesia, el palacio del ayuntamiento y las casas de los principales gremios al igual que la de los patricios.
Como el recinto urbano era reducido, las calles eran estrechas y tortuosas.
El gobierno de la ciudad lo ejercía un Concejo Municipal presidido por un alcalde cuya función era administrar el dinero municipal, las escuelas y los hospitales además de establecer la política económica.
Con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en la sociedad europea. Era el habitante de la ciudad o burgo, el burgués, interesado en el comercio y el trabajo.

El papel fundamental de las ciudades en la Edad Media era principalmente comercial, puesto que en ellas se llevaban a cabo todas las actividades económicas y los intercambios de mercancías.

Blanca Galicia Paredes

jueves, 27 de octubre de 2011

Resumen de la Península Ibérica en la Edad Media: Los primeros núcleos de Resistencia Cristiana.

Bueno, aunque no tiene que ver con el tema actual que tenemos que tratar mi grupo y yo, he decidido subir esta entrada porque es uno de los temas que más me gustan de la Historia de España.
Paralelo al dominio árabe de la Península Ibérica, a partir del siglo VIII d.C constatamos la existencia de una serie de núcleos septentrionales poco romanizados y cristianizados a los que el Islam no prestó atención.
En este cotnexto, surgirá en la Cordillera Cantábrica el Reino de Asturias (718-722) a cuyo jefe local, Pelayo, se le atribuye la primera victoria del Islam en Covadonga. Los sucesores de Pelayo, se preocuparon por la consolidación del reino astur, pudiendo destacar a Alfonso II. Otro gran foco de resistencia al Islam fue el Reino de los Francos, pueblo que liderado por Carlos Martel ya había frenado el avance musulmán en Poitiers (732) y que en tiempos de Carlomagno buscará el control del vallde del Ebro, siendo detenidos en Roncesvalles (778) por vascones.
Otros estados pirenaicos de la época fueron:
-El reino de Pamplona, donde destacamos la sublevación de la ciudad de Pamplona contra el emirato cordobés y su vasallaje hacia los francos hasta que el clan Arista se aliara con la familia muladí de los Banu-Qasi. Dicho clan será sustituido por la familia Jimena, que configurará de la mano de Sancho Garcés I el reino de Navarra.
-Los condados del Pirineo Central: Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, inicialmente bajo soberanía franca hasta que pasaron a manos nacionales gracias a Aznar Galindo.
-Los condados Catalanes: Su rasgo más significativo fue su profunda dependencia con respecto a los francos, ya que formaron parte de sus dominios bajo el nombre de Marca Hispánica.

sábado, 22 de octubre de 2011

EVOLUCIÓN DE LA HISPANIA ULTERIOR



Tras la derrota cartaginesa, la presencia militar romana pasó a ser permanente. La posibilidad de explotar recursos de la península iberica (víveres, plata minería…)  fue uno de los principales objetivos para el Senado Romano, que en el 197 a. C decidió elegir a dos protectores magistrados con poderes militares y administrativos para que se hicieran cargo de cada una de las provincias en las que fue dividida la península ibéria: Hispania Citerior e Hispania Ulterior (primera etapa de la República).
La Hispania Ulterior era la más lejana a Roma y se correspondía con la región bañada por el río Betis (Guadalquivir) y aunque sus fronteras cambiaron con el tiempo, consistía en una línea diagonal imaginaria que cruzaba desde Cartagena hasta Zamora aproximadamente. La sede más estable de esta provincia fue Corduba y como enemigo principal tenían a los lusitanos, con los que mantenían una serie de conflictos debidos básicamente a los continuos pillajes en el Valle del Guadalquivir. El principal caudillo lusitano fue Viriato (experto en guerrillas y conocedor de las tácticas romanas). Fue asesinado por sus propios compañeros (sobornados por Roma) en el 139 a. C.


En la Hispania Citerior las guerras más importantes se dieron con los celtíberos y como consecuencia de estos episodios la mayor parte de Hispania pasó a manos romanas.
Entre los siglos I  a. C y III d. D comenzaba el Alto Imperio e Hispania se dividió en tres provincias creadas por el primer emperador (Octavio), quien dividió la Hispania Ulterior en dos: La Lusitania (en Emérita Augusta) que abarcaba en territorio que hoy ocupa Extremadura y Portugal hasta el Duero; y La Bética con capital en Corduba y que incluía lo que es actualmente la costa andaluza y el valle bajo y medio del río Gualdaquivir.
La provincia de Lusitania estaba gobernada por el emperador a través de legados, mientras que La Bética era controlada por el Senado, ya que se consideraba una provincia pacífica y romanizada.


Como consecuencia de las crisis y los numerosos cambios la etapa de entre los siglos III y V d. D dio comienzo al Bajo Imperio.
Ámal El Bakouri Naimi