lunes, 31 de octubre de 2011

El papel de la ciudad en la Edad Media.

Las ciudades en la Edad Media comenzaron a tomar importancia con el auge del comercio internacional y los mercados a partir del siglo XI. Así renació la vida urbana. Muchas ciudades se formaron al pie de los muros de un castillo o a las orillas de los ríos, como se había echo siempre con el fin de facilitar el transporte de mercancías.
Las ciudades medievales, al igual que los castillos, estaban amuralladas. En cuánto a la disposición de éstas, en el centro de cada ciudad había una plaza en la que se celebraba el mercado semanal. A su costado se elevaban la iglesia, el palacio del ayuntamiento y las casas de los principales gremios al igual que la de los patricios.
Como el recinto urbano era reducido, las calles eran estrechas y tortuosas.
El gobierno de la ciudad lo ejercía un Concejo Municipal presidido por un alcalde cuya función era administrar el dinero municipal, las escuelas y los hospitales además de establecer la política económica.
Con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en la sociedad europea. Era el habitante de la ciudad o burgo, el burgués, interesado en el comercio y el trabajo.

El papel fundamental de las ciudades en la Edad Media era principalmente comercial, puesto que en ellas se llevaban a cabo todas las actividades económicas y los intercambios de mercancías.

Blanca Galicia Paredes

jueves, 27 de octubre de 2011

Resumen de la Península Ibérica en la Edad Media: Los primeros núcleos de Resistencia Cristiana.

Bueno, aunque no tiene que ver con el tema actual que tenemos que tratar mi grupo y yo, he decidido subir esta entrada porque es uno de los temas que más me gustan de la Historia de España.
Paralelo al dominio árabe de la Península Ibérica, a partir del siglo VIII d.C constatamos la existencia de una serie de núcleos septentrionales poco romanizados y cristianizados a los que el Islam no prestó atención.
En este cotnexto, surgirá en la Cordillera Cantábrica el Reino de Asturias (718-722) a cuyo jefe local, Pelayo, se le atribuye la primera victoria del Islam en Covadonga. Los sucesores de Pelayo, se preocuparon por la consolidación del reino astur, pudiendo destacar a Alfonso II. Otro gran foco de resistencia al Islam fue el Reino de los Francos, pueblo que liderado por Carlos Martel ya había frenado el avance musulmán en Poitiers (732) y que en tiempos de Carlomagno buscará el control del vallde del Ebro, siendo detenidos en Roncesvalles (778) por vascones.
Otros estados pirenaicos de la época fueron:
-El reino de Pamplona, donde destacamos la sublevación de la ciudad de Pamplona contra el emirato cordobés y su vasallaje hacia los francos hasta que el clan Arista se aliara con la familia muladí de los Banu-Qasi. Dicho clan será sustituido por la familia Jimena, que configurará de la mano de Sancho Garcés I el reino de Navarra.
-Los condados del Pirineo Central: Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, inicialmente bajo soberanía franca hasta que pasaron a manos nacionales gracias a Aznar Galindo.
-Los condados Catalanes: Su rasgo más significativo fue su profunda dependencia con respecto a los francos, ya que formaron parte de sus dominios bajo el nombre de Marca Hispánica.

sábado, 22 de octubre de 2011

EVOLUCIÓN DE LA HISPANIA ULTERIOR



Tras la derrota cartaginesa, la presencia militar romana pasó a ser permanente. La posibilidad de explotar recursos de la península iberica (víveres, plata minería…)  fue uno de los principales objetivos para el Senado Romano, que en el 197 a. C decidió elegir a dos protectores magistrados con poderes militares y administrativos para que se hicieran cargo de cada una de las provincias en las que fue dividida la península ibéria: Hispania Citerior e Hispania Ulterior (primera etapa de la República).
La Hispania Ulterior era la más lejana a Roma y se correspondía con la región bañada por el río Betis (Guadalquivir) y aunque sus fronteras cambiaron con el tiempo, consistía en una línea diagonal imaginaria que cruzaba desde Cartagena hasta Zamora aproximadamente. La sede más estable de esta provincia fue Corduba y como enemigo principal tenían a los lusitanos, con los que mantenían una serie de conflictos debidos básicamente a los continuos pillajes en el Valle del Guadalquivir. El principal caudillo lusitano fue Viriato (experto en guerrillas y conocedor de las tácticas romanas). Fue asesinado por sus propios compañeros (sobornados por Roma) en el 139 a. C.


En la Hispania Citerior las guerras más importantes se dieron con los celtíberos y como consecuencia de estos episodios la mayor parte de Hispania pasó a manos romanas.
Entre los siglos I  a. C y III d. D comenzaba el Alto Imperio e Hispania se dividió en tres provincias creadas por el primer emperador (Octavio), quien dividió la Hispania Ulterior en dos: La Lusitania (en Emérita Augusta) que abarcaba en territorio que hoy ocupa Extremadura y Portugal hasta el Duero; y La Bética con capital en Corduba y que incluía lo que es actualmente la costa andaluza y el valle bajo y medio del río Gualdaquivir.
La provincia de Lusitania estaba gobernada por el emperador a través de legados, mientras que La Bética era controlada por el Senado, ya que se consideraba una provincia pacífica y romanizada.


Como consecuencia de las crisis y los numerosos cambios la etapa de entre los siglos III y V d. D dio comienzo al Bajo Imperio.
Ámal El Bakouri Naimi